LA
BATALLA DE TSUSHIMA
La Batalla de
Tsushima fue un enfrentamiento naval decisivo en la Guerra Ruso-Japonesa, que
tuvo lugar el 27 y 28 de mayo de 1905, en el Estrecho de Tsushima, entre Japón
y Rusia. La victoria japonesa, comandada por el almirante Togo Heihachiro, resultó en la casi total aniquilación de la Flota Rusa del Báltico comandada por el almirante Zinovy Rozhestvensky. Este combate naval consolidó a Japón como una
potencia naval y significó un duro golpe para el imperio ruso.
SINTESIS DESARROLLO DE LA BATALLA
Ø La batalla se libró en el
estrecho de Tsushima, entre Corea y Japón.
Ø La flota rusa, comandada por el
almirante Zinovy Rozhestvensky, había navegado desde el Mar
Báltico, dando la vuelta a África para llegar a su destino.
Ø La flota japonesa, superior en
calidad y entrenamiento, aprovechó la velocidad de sus buques y la precisión de
su artillería para atacar a los barcos rusos.
Ø Los japoneses emplearon tácticas
innovadoras, como el cruce de la T, para obtener una posición ventajosa y
maximizar el fuego sobre la flota rusa.
Ø En la Batalla de Tsushima, la maniobra "Cruzar la
T" se refiere a la táctica naval en la que una flota (en este caso, la
japonesa) se posiciona perpendicularmente a la línea de batalla enemiga (la
rusa), formando una forma de T. Esto permite que la flota que cruza la T
dispare todos sus cañones hacia la proa del buque enemigo, mientras que este
último solo puede responder con los cañones de su proa, lo que le da una gran
desventaja.
Ø La batalla resultó en la destrucción
de la mayor parte de la flota rusa, con 11 acorazados hundidos o capturados,
además de otros buques menores.
Ø La victoria japonesa fue
contundente y tuvo un impacto significativo en el curso de la guerra y en el
equilibrio de poder en Asia.
CONSECUENCIAS:
Ø La derrota en Tsushima forzó a
Rusia a negociar la paz con Japón, resultando en el Tratado de Portsmouth, que puso fin a la guerra.
Ø La victoria japonesa demostró la
capacidad del país para modernizar su ejército y armada, convirtiéndose en una
potencia militar en Asia.
Ø La batalla de Tsushima es
considerada una de las mayores victorias navales de la historia y un ejemplo de
la importancia de la tecnología naval y la estrategia en el combate.
Ø El enfrentamiento naval también
evidenció la decadencia del imperio ruso y el auge de Japón como potencia
emergente.
Ø Una brillante
maniobra del almirante japonés envió al fondo del Pacífico todos los buques
rusos y provocó que el acorazado Potemkin se rebelara contra el zar Nicolás II
Así fue el exterminio de los rusos en Tsushima, la batalla naval más sangrienta desde Trafalgar
La dimensión del desastre
provocado por Japón fue tal que, a día de hoy es considerada la derrota naval
más humillante de la historia de Rusia.
DESARROLLO DE LA
BATALLA
Rozhestvensky contra Togo
Esta nueva escuadra Rusa del Pacífico fue puesta bajo
el mando del Rozhestvensky, que tardó meses en reagruparse y dirigirse hasta el
estrecho de Corea. Lógicamente, al almirante Togo le dio tiempo a preparar sus
barcos, entrenar a sus tripulaciones y dirigirse al encuentro de los rusos, que
iban decididos a perpetrar su venganza contra los japoneses con 11 acorazados,
nueve destructores, ocho cruceros y varias unidades menores con marinos peor
preparados y armados. No podían estos imaginarse que enfrente se encontrarían a
37 torpederos, 27 cruceros, 21 destructores y cuatro acorazados, además de un
buen número de unidades auxiliares y artilleros.
Al llegar a Port Arthur y ver que estaba en manos de
los japoneses, los rusos decidieron poner rumbo a Vladivostok por el estrecho
de Tsushima, que era la ruta más corta. Lo que no sabía Rozhestvensky es que
Togo y su poderosa flota les esperaban al otro lado. Tampoco sabía que el nipón
era el único almirante del mundo en activo con experiencia de combate con acorazados,
que fueron los verdaderos protagonistas de esta histórica batalla. Un dato más
que auguraba un final espantoso para los europeos, algunos de cuyos barcos,
sistemas de comunicaciones y torpedos estaban obsoletos y funcionaban
precariamente. Aquello parecía un suicidio.
El 26 de mayo de 1905, la escuadra rusa fue
descubierta por el crucero auxiliar nipón Shinano Maru, en plena noche y a
pesar de la niebla, gracias a las luces del barco-hospital Orel, que navegaba
con ellas encendidas tal y como exigía la legislación internacional. Utilizando
los modernos equipos de radio japoneses, Togo pronto recibió la ubicación
exacta del enemigo. A bordo del acorazado Mikasa, el almirante partió a toda
velocidad para interceptarlo en compañía de cuatro divisiones que tenían, en
total, cuarenta naves. Al mando de cada una de ellas había un oficial de menor
rango, como era el caso de Isoroku Yamamoto, el mismo que casi cuatro décadas
después vencería en Pearl Harbor a los americanos durante la
Segunda Guerra Mundial.
La arenga de Togo
Togo levantó el ánimo de sus marinos pronunciando una
arenga muy parecida a la que Nelson había dado antes de la batalla de
Trafalgar: «El destino del imperio depende del resultado de esta batalla; que
cada hombre cumpla con su deber supremo». Y a las 14.15 avanzó hasta cruzarse
delante de la línea rusa para disparar sus cañones a toda discreción, de manera
que estos solo pudieron responder con las piezas de proa, en clara desventaja.
Aunque los rusos eran manifiestamente superiores en lo
que respecta a los buques capitales, como se conoce a los principales y más
importantes buques de guerra de cada armada, los japoneses habían completado su
escuadra con una especie de cruceros pesados –o «acorazados disfrazados», como
los llaman algunos expertos–, con los que poseían una gran ventaja en la
velocidad. Esto les permitió emplear una táctica que Alexander Kiralfy define
en el libro «Genios de la
estrategia militar» como «dar caza al
enemigo en oleadas». Es decir, atacar en una maniobra arriesgada de
acercamiento e, inmediatamente después, alejarse hasta colocarse en una mejor
posición en la línea de avance ruso para atacar de nuevo. Y así, una y otra
vez, hasta acabar con el contrincante.
Lo que Togo quería evitar era que la batalla se
redujera a un intercambio continuo de fuego. En una de esas maniobras de acercamiento,
el almirante japonés ordenó virar a su flota para tomar la misma dirección que
los rusos. Un movimiento arriesgado en forma de «U», pero muy efectivo, que le
permitió estabilizar a sus dos líneas de acorazados a una distancia en 6.200
metros y lanzarse a la ofensiva sin piedad con toda su artillería. Se notaba
que la flota nipona había estado practicando durante los meses de espera en el
estrecho de Corea y pronto se desató el caos en las naves rusas.
30 minutos de infierno
En menos de 30 minutos de fuego –entre las 14.15 y las
14.45 horas– la batalla quedó prácticamente decidida. Los japoneses utilizaron,
además, una diversa combinación de explosivos llamada shimose («melinita»),
compuesta por ácido pícrico, que se incendiaba al entrar en contacto con los
materiales inflamables que tenían las estructuras de las naves rusas, como la
pintura y el carbón. Esto hizo que un buen número de ellas se vieran envueltas
en llamas y desataran el infierno en su interior. El buque insignia de
Rozhestvensky, por ejemplo, fue obligado a salir de su formación rápidamente,
quedándose completamente aislado e indefenso. Y el Oslyabya , otra de
las naves importantes de los rusos, se hundió en pocos minutos a causa del
impacto de los proyectiles. Era la primera vez que un navío blindado moderno se
iba a pique sólo por los disparos.
Pero aquello no era más que el principio. Los
japoneses continuaron atacando en oleadas. En un momento dado, Togo ordenó a su
flota que se moviera de nuevo al este, con el objetivo de obligar al enemigo a
desplazarse hacia el norte del estrecho para alejarse después, reunir a su
escuadra y volver a atacar para desbaratar de una vez la flota rusa.
Rozhestvensky no sabía cómo reaccionar. Sus naves estaban construidas con
materiales más frágiles que las superestructuras japonesas y los daños estaban
siendo demasiado grandes. Una prueba de ello es que los rusos hicieron blanco
en 16 ocasiones contra el acorazado Mikasa, en mismo en el que iba Togo y con
proyectiles supuestamente capaces de perforar el blindaje, pero no se fue a
pique. Es más, continuó combatiendo hasta la Segunda Guerra Mundial.
No había descanso en la que hoy es considerada la
batalla más grande e importante del mundo desde Trafalgar, en 1805. Poco
después, un impacto certero hizo saltar por los aires al Borodino y este se fue
al fondo del mar, con únicamente un superviviente entre los 855 miembros de su
tripulación. El almirante Rozhestvensky fue herido por una esquirla de metralla
en el cráneo y cayó inconsciente. Fue trasladado del buque insignia a un
destructor y tuvo que suplirle en el mando el contraalmirante Nebogatov. Sin
embargo, al llegar la noche, ya se habían perdido otros dos acorazados: el Knyaz
Suvorov y el Imperator Aleksandr III .
Naves chocando entre sí
Según la táctica que había trazado, Togo interrumpió
toda acción de sus acorazados por la noche y dio paso a los ataques con los
destructores y los torpederos. Aquel nuevo movimiento envolvió al enemigo en
fuego y desató tanto caos que, incluso, algunas naves rusas chocaron entre sí.
Las restantes quedaron dispersas y aisladas, a merced de la andanadas niponas y
fueron cayendo una tras otra. El viejo crucero Navarin, por ejemplo, fue
alcanzado con una mina y hundido pocos minutos después: solo sobrevivieron tres
de sus 622 tripulantes. El acorazado Sissoi Veliky sufrió el mismo destino a
causa de un torpedo, mientras las tripulaciones de otros dos viejos cruceros
(el Almirante Nakhimov y el Vladimir Monomakh ) se lanzaron al
mar y abandonaron las naves allí mismo.
Rusia perdió dos tercios de su segunda escuadra del
Pacífico: 11 acorazados, ocho cruceros, seis destructores y ocho auxiliares.
Murieron 4.380 de sus marinos y 5.917 fueron hechos prisioneros. Entre ellos,
el almirante Rozhestvensky y el contraalmirante Nebogatov, que rindió los seis
barcos que le quedaban en su división. La flota japonesa, por su parte, solo
perdió tres torpederos y 117 marinos.
«Comparados con este suceso, las hazañas de la marina
norteamericana en Manila y en Santiago de Cuba caen en la insignificancia»,
podía leerse en el « Daily News ». «Habiéndose desvanecido las últimas
esperanzas rusas de restablecer su posición en el Extremo Oriente, al menos por
muchos años, aumentan notablemente las probabilidades de paz», aseguraba el «
Standard ». El « Daily Chronicle » era mucho más duro: «La armada
rusa, que zarpó del Báltico el último años, está destruída. La victoria del
almirante Togo es completa y la amenaza de arrebatar a los japoneses el dominio
en el mar se ha desvanecido totalmente». Y según el « Morning Post »,
por último, «no le queda a Rusia otra solución que pedir la paz pronto y
aceptar las condiciones que le sean ofrecidas».
«No hay nada de qué avergonzarse»
Mientras estaba en un hospital japonés recuperándose
de sus heridas, Rozhestvensky fue visitado por Togo, que le dijo amablemente:
«La derrota es un destino común del soldado. No hay nada de qué avergonzarse en
ello. El punto clave es si hemos cumplido con nuestro deber». Pero cuando
volvió a Rusia, este almirante fue sometido a un consejo de guerra y hasta se
pidió para él la pena de muerte, aunque el zar le indultó al haber caído herido
y no ser responsable de la rendición. Murió de un ataque al corazón solo y
olvidado cuatro años después en su casa de San Petersburgo, el día de año nuevo
de 1909. El verdadero responsable de la rendición fue Nebogatov, que pasó
varios años en prisión antes de ser también perdonado.
Togo, por su parte, se convirtió en un héroe popular
al que todo el mundo reconocía en Japón. Murió justo antes del comienzo de la
Segunda Guerra Mundial, tras pasar más de 30 años de su vida siendo considerado
una figura indiscutible de la historia de su país. Esto se debe en parte a que,
con su victoria, el almirante marcó un antes y un después en la mentalidad de
los japoneses, puesto que le insufló una enorme cantidad de orgullo nacional
que significó el inicio de su hegemonía en Asia Oriental hasta 1945.
La guerra ruso-japonesa fue la primera victoria
asiática en una guerra moderna contra una potencia blanca y la batalla naval de
Tsushima, la única decisiva de la historia en la que intervinieron flotas
compuestas por acorazados modernos. También la primera en la que el uso de la
radiocomunicación tuvo un papel crítico. «El último suspiro de una vieja era,
puesto que por última vez en la guerra naval los navíos de línea de una flota
derrotada se rindieron en alta mar», escribió el historiador británico David
Brown en « Warship Losses of World War Two » (Arms and Armor Press,
1990).
Batalla de Tsushima |
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Parte de Guerra
ruso-japonesa |
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Fecha |
27 - 28 de mayo de
1905 |
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Lugar |
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Resultado |
Victoria decisiva
japonesa[1] |
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Consecuencias |
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Beligerantes |
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Comandantes |
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Fuerzas en combate |
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Bajas |
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Bibliografia: Inteligencia artificial
Wikipedia
El largo recorrido de la flota rusa desde el mar Báltico hasta Tsushima
Desarrollo de las operaciones y combates navales durante la batalla.
Acorazado japonés Mikasa en 1905.
Acorazado ruso Kniaz
Suvórov, buque
insignia de la Flota del Báltic
Bibliografia:
Inteligencia artificial
Wikipedia
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