Por:
Capt.frag(R) Gustavo
Placer Cervera
PARTE II
CARLOS
MANUEL DE CÉSPEDES:
UNA APROXIMACIÓN A SU PENSAMIENTO NAVAL
El primer buque de guerra cubano
Ante
los constantes requerimientos de Céspedes por formar una Marina la Junta
Revolucionaria Cubana de Nueva York adquirió, en junio de 1869, el vapor Hornet
para armarlo en guerra. Todo el proceso de compra se efectuó con la
mayor discreción por el ciudadano estadounidense de origen cubano Fernando
Macías a un costo de 60 mil dólares, obtenidos en su mayor parte en colecta
pública efectuada entre los emigrados.
El
buque adquirido había sido empleado, con el nombre de Lady Sterling, durante la Guerra de Secesión por los sudistas como
forzador de puertos bloqueados. Desplazaba 1 800 toneladas; su eslora (largo)
era de 240 pies, su manga (ancho) de 26 pies y calaba 24. Tenía ruedas de palas
movibles, dos máquinas oscilantes,
cuatro calderas horizontales con dos chimeneas y generaba 400 caballos de
fuerza. Era de buen andar, pudiendo, sin mucho esfuerzo, hacer 16 nudos.
La
Junta, no se conoce por qué motivos, no ofreció el mando de la nave a cubanos,
que algunos había de experiencia técnica y naval, y prefirió buscarlo entre
marinos estadounidenses que habían participado en la recién concluida Guerra de
Secesión y se dirigió al almirante norteamericano David Porter,
al parecer “muy amigo de la causa cubana” en busca de consejo. El alto oficial
estadounidense propuso para ocupar el cargo de Comandante del Hornet a Edward Higgins, al cual se
nombró Comodoro (Comandante en Jefe de las Fuerzas Navales de la República) con
un sueldo de 10 mil dólares anuales y un por ciento de las piezas obtenidas en
la mar.
Cuando el Hornet
se aprestaba a salir al mar desde el puerto de Filadelfia con destino a
Halifax, Canadá, comenzaron las complicaciones con las autoridades norteamericanas,
que lo detuvieron por 11 días bajo torpes acusaciones. En Halifax no lo esperó
mejor suerte, pues el cónsul español se empeñó en crear todo tipo de
dificultades en lo concerniente al buque.
Para
evitar problemas con las autoridades estadounidenses y cumplir con las
estipulaciones del convenio de neutralidad que ese país tenía firmado con
España, se armó al Hornet, con ocho
cañones de diferentes calibres, en aguas internacionales, donde se le cambió el
nombre por el de Cuba.
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USS HORNET |
Sin
haber cumplido su primera misión, Higgins, su comandante, alegó que tenía falta
de carbón y fondeó el 2 de octubre de 1869, en las proximidades de un fuerte
norteamericano en Wilmington, el que informó de la presencia de un buque
sospechoso. Las autoridades de Wilmington
enviaron rápidamente a una unidad naval que detuvo al buque cubano. Los
oficiales fueron llevados a juicio, el buque se desmanteló y comenzó un
dilatado proceso judicial durante el cual los cubanos tuvieron que invertir
esfuerzos y recursos. El Hornet sólo
pudo emplearse en una expedición que desembarcó en Punta Brava, Las Tunas, el 7
de enero de 1871.
Al
resumir los hechos relacionados con el Hornet
el historiador español Emilio Soulere expresó:
“Sea
de ello lo que quiera, no es posible desconocer que el gobierno de Washington
acaba de prestar un nuevo servicio a la causa de España en Cuba”.
La solidaridad peruana
La
amenaza de una restauración del imperio colonial en América y las simpatías que
despertaban en los sectores populares la lucha que libraban los patriotas
cubanos, determinaron que la mayoría de los países latinoamericanos ofrecieran
el apoyo moral y material que estaba al alcance de sus posibilidades, a la
revolución cubana. Las repúblicas de Chile (30 de abril de 1869), Venezuela (11
de mayo de 1869), Perú (11 de mayo de 1869), Bolivia (10 de julio de 1869),
Colombia (14 de mayo de 1870), El Salvador (9 de septiembre de 1871) y el
Imperio de Brasil (9 de septiembre de
1871), reconocieron el derecho beligerante del pueblo cubano. La República del
Perú dio un paso al frente y el 13 de agosto de 1869 le extendió su
reconocimiento de nación libre y soberana a la Cuba revolucionaria. Este
decreto fue de suma importancia pues incorporaba al gobierno de la República en
Armas a la comunidad jurídica internacional. Pocos meses después del
reconocimiento el gobierno peruano entregó al primer representante diplomático cubano en Lima, Ambrosio
Valiente, la cantidad de $ 80 000.
También
como se ha señalado anteriormente, se realizaron negociaciones con el gobierno
peruano para la obtención de buques de guerra. En los contactos sostenidos por
Valiente con el Presidente José Balta, este último se manifestó dispuesto a
entregar a los cubanos los monitores Atahualpa
y Manco Capac y la corbeta Unión; además, preparó y garantizó la
emisión de una serie de bonos cubanos por valor de 5 millones de soles que se
utilizarían en la compra de los buques de guerra, y el resto serviría para la
adquisición de material de guerra su
ulterior envío a Cuba.
Los
monitores, construidos en los Estados Unidos, aún no habían sido entregados al
Perú. El gobierno norteamericano al tener noticia de cuál sería el destino de
esas naves condicionó su entrega a que no fueran empleadas para hostilizar a
España. Con esta medida el gobierno del presidente Ulises Grant demostraba, una
vez más su apoyo a la presencia colonial española en Cuba.
Al
saberse de las presiones norteamericanas, se intentó la variante de que el Perú
cediera los buques a Nicaragua, y ésta, a los cubanos. Pero el gobierno
estadounidense, también mediante presiones, lo impidió. De todo aquel proyecto,
sólo pudo lograrse el traspaso a los cubanos del vapor Rayo, realizado por intermedio del nicaragüense Lorenzo Montufar.
Este buque no pudo ser empleado por los independentistas permaneciendo en
puertos sudamericanos hasta el fin de la guerra.
De
los monitores sólo quedó la ilusión de obtenerlos y la arribada forzosa de uno
de ellos –el Manco Capac- a bahía de
Naranjo, en la costa norte de Oriente, zona controlada por los patriotas,
sirvió para que las tropas de los generales Marcano y Peralta confraternizaran
con su tripulación. Después de reabastecerse de víveres y combustible, se alejó
de las costas cubanas. El hecho motivó una carta de Céspedes a Morales Lemus,
fechada en Guaímaro el 15 de abril de 1869, en la cual expresaba:
“(…)
Hace pocos días que arribó a nuestras playas un monitor peruano que creí podría
traernos las armas y pertrechos que esperábamos así como ropas, zapatos y sal,
pues hasta este artículo de primera necesidad escasea mucho. Me engañó mi
esperanza, pero ahora me halaga la de que pueda proteger en su tránsito hasta
nuestra costa la expedición detenida en Cayo Hueso y dirigida por Francisco
Javier Cisneros. Según parece el Gobierno peruano trata de deshacerse de esa
magnífica máquina de guerra y abrigo la convicción de que adquirida por nosotros no era dudoso el triunfo más rápido y completo”.
Una
prueba más del apoyo a la causa cubana por parte del gobierno del Perú fue la
solicitud que hizo al gobierno de los Estados Unidos del embargo de la entrega
de las 30 cañoneras que, a partir del 19 de mayo de 1869, se construían para
España en astilleros norteamericanos y que habían sido proyectadas
especialmente para su empleo en aguas cubanas.
El gobierno peruano fundamentaba su petición en el hecho de que aún estaba
vigente el estado de guerra el estado de guerra entre su nación y España y las
cañoneras podían utilizarse en hostilizar las plazas costeras del Perú o,
última instancia, liberar buques de mayor porte en Cuba que podían ser
trasladados al Pacífico para realizar actividades navales contra ellos.
En
esas circunstancias, el gobierno norteamericano se vio obligado al embargo de
las cañoneras el 3 de agosto de 1869, pero a pesar se continuó su construcción
a un ritmo acelerado. El 10 de diciembre de ese propio año, cuando
“casualmente” estaban casi todas las cañoneras listas para zarpar hacia Cuba,
el embargo fue levantado. Las primeras cañoneras, para júbilo de españoles e
integristas, arribaron a La Habana a mediados de ese mes.
Un balance final
Los
proyectos navales del Padre de la Patria cubana, Carlos Manuel de Céspedes no
pudieron materializarse. Los sucesivos percances sufridos por los
revolucionarios cubanos en sus intentos de crear una marina de guerra, junto a
un sistema de corso que asegurara el abastecimiento de armamentos, municiones y
vituallas, tuvieron su causa en un conjunto de factores entre los cuales se
pueden considerar como principales:
i)
El indiscutible poderío militar y naval
de España y su experiencia secular en estos campos, en especial la de sus
servicios secretos. El reforzamiento de las fuerzas navales españolas en Cuba
hizo disminuir drásticamente el número de expediciones que pudieron arribar a
las costas de Cuba.
ii)
La actitud, a veces dual y otras veces
francamente hostil del gobierno de los Estados Unidos.
iii)
Los manejos de los elementos
anexionistas y reformistas que, encabezados por Morales Lemus y Miguel Aldama
Alfonso se
adueñaron de la dirigencia de la emigración.
Respecto
a la conducta de los estadounidenses expresó Céspedes en carta a José Manuel
Mestre:
“(…)
Por lo que respecta a Estados Unidos, tal vez esté equivocado pero en mi
concepto su gobierno a lo que aspira es
a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación”
Respecto
a la conducta de los anexo-reformistas resulta esclarecedora la denuncia del patriota
José de Armas y Céspedes en su discurso del 3 de febrero de 1870 en Nassau,
Bahamas:
“(…) Señores: En Cuba
han existido dos partidos, uno radical independiente y otro reaccionario
conservador; aquel se levantó con las armas en la mano, pidiendo lo que
necesitaba, consecuente con sus principios. Este, enemigo constante de aquel,
se propuso ahogar en su ruina al glorioso Grito de Yara, y para el efecto no
sólo impidió por todos los medios que estuvieron a su alcance el que se
socorriera a los patriotas, sino que se puso de parte del gobierno español,
hasta el extremo de lamerle los pies. Afortunadamente vino en nuestro auxilio
la turba desenfrenada de los voluntarios y los lanzó al extranjero y sin saber
cómo, se aparecen constituidos en Junta
de Nueva York. La revolución de Cuba, a pesar de ellos, progresaba. Entonces
formaron el diabólico plan – mejor dicho, dijeron la revolución no nos conviene
pero es necesario vengarse de los voluntarios, que sin embargo de habernos
tenido a su lado, nos han vejado y nos han quitado nuestros bienes- y acordaron
lo siguiente:
Remitir a Céspedes armas en
pequeñas cantidades, a fin de que se sostenga acabando con los españoles,
mientras también van desapareciendo los partidarios de la revolución y los
enemigos nuestros. Evitar que los bonos
tengan valor y despilfarrar las sumas que entren en nuestro poder y que salgan
corsarios y buques de guerra (…) y atender solamente la cuestión diplomática
para cuando estén destruidos los españoles y nuestros enemigos, entregarnos a los americanos (…)”.
Y
continuaba diciendo José de Armas en su discurso en Nassau:
“Todo
esto se encuentra, señores, demostrado en la tendencia demasiado manifestada de
detener todo plan grandioso a favor de nuestra independencia como sucedió con
el “Catalina” y el “Lillians”. Fracasadas las dos
expediciones, porque a ellos no les convenía que llegasen a Cuba.
No convenía que hubiese
un buque de guerra en la mar y convinieron con el comandante del “Cuba” que lo metiera en un puerto de los
Estados Unidos para ver como de este modo obligaban un reconocimiento sin
favorecer al Ejército Libertador.
Y en cuanto a la cuestión del
dinero yo mismo les hice una proposición de que el Perú garantizaba los bonos
de Cuba, pero como de este modo tenían valor y Cuba tendría dinero suficiente
para hacer la guerra en forma y quedarían los españoles destruidos en poco
tiempo, esto no era lo que convenía a la Junta, nunca tuve una contestación y
sabiendo que yo era oído en ciertos círculos me entretuvieron con sus plazos y
me cansaron con sus mentiras…”
Concluyó
así sus palabras el patriota José de Armas y Céspedes:
“….Morales
Lemus ha tenido el descaro de escribir a Céspedes preguntándole qué le hacía
falta. El presidente le contestó que 30
mil fusiles y dos buques de guerra fuertes, para sostener un puerto.
A
principios del año pasado le prometieron que todo lo tendría en breve tiempo y
ya saben lo que ha pasado……”