BATALLA DE CORONEL (CHILE 1914)
La batalla naval
de Coronel o batalla del día de Todos los Santos se libró cerca
de la Bahía de Coronel (Chile) el 1 de noviembre de 1914, en el marco de
la Primera Guerra Mundial. Se enfrentaron, por un lado, la flota alemana
comandada por el vicealmirante Maximilian Johannes von Spee, que contaba
con 5 navíos. Por el otro lado, la flota británica dirigida por el
contraalmirante sir Christopher Cradock, con 4 barcos. En CurioSfera-Historia.com,
te contamos la historia de la Batalla de Coronel.
DATOS
DE LA BATALLA DE CORONEL
- Fecha: 1 de
noviembre de 1914 (Primera Guerra Mundial).
- Lugar: Aguas
chilenas cerca de la Bahía de Coronel.
- Contendientes: La flota naval alemana contra la flota
británica.
- Personajes protagonistas: el vicealmirante alemán Maximilian Johannes von
Spee y el contraalmirante británico sir Christopher Cradock.
- Objetivo: El
dominio del pacífico y del comercio entre América y oriente.
- Resultado: La
flota alemana ganó la batalla de Coronel al hundir al Good Hope y el
Monmouth.
- Armas: Los
alemanes contaban con los cruceros acorazados Scharnhorst (buque insignia)
y Gneisenau, y los tres cruceros ligeros Dresden, Leipzig y Nürnberg. Los
británicos disponían de los cruceros acorazados Good Hope (buque insignia)
y Monmouth, el crucero ligero Glasgow y el crucero auxiliar Otranto.
- Consecuencias: 1.655 fallecidos del ejército
británico y la muerte de Cradock. Ninguna baja alemana. Desde 1741, la
Marina Real Británica no sufrió una derrota tan humillante como esta. El
Primer Lord del Almirantazgo británico, Sir John Arbuthnot Fisher,
organizó inmediatamente el contraataque, que derivó en la batalla
de las Malvinas (Islas Falkland).
PRELIMINARES DE LA BATALLA
El 17 de julio de 1914, procedentes de
Tsingtau, la base naval alemana en China, los cruceros acorazados Scharnhorst y Gneisenau, de la división naval
germana destacada en Extremo Oriente, echaron anclas en las aguas de la isla de
Ponapé (actual Pohnpei). Esta isla era una antigua posesión española, que
desde hacía poco tiempo estaba bajo el control de Alemania.
La división estaba al mando del vicealmirante Maximilian
Johannes von Spee, quien la habla conducido a un elevado grado de adiestramiento y
eficiencia bélica. Mientras los buques se encontraban en Ponapé, empezaron a
llegar noticias cada vez peores acerca de la situación política europea.
La tarde del domingo 2 de agosto de
1914, llegó un mensaje en que se comunicaba que Alemania había movilizado
sus fuerzas contra Francia y Rusia y, sucesivamente, contra Gran
Bretaña. Von Spee comprendió que ya no podría contar con Tsingtau, puerto
base de sus naves y en donde, en caso de volver, habría sido bloqueado
inmediatamente por las naves británicas y las de sus aliados, incluidos los
japoneses.
La perspectiva más válida que se le
presentaba a von Spee era la de acechar las rutas comerciales entre la
América meridional y el Extremo Oriente. Y es que podía contar con el factor
sorpresa pues nadie conocía su posición real. De este modo, podría influir sobre el
conflicto europeo, aún de forma indirecta, al atraer hacia si consistentes fuerzas
adversarias.
A esta oportunidad que se le presentaba,
se oponían dos claras limitaciones:
1. La necesidad de
asegurar el imprescindible abastecimiento de carbón
2. El peligro, dado ya
por descontado, de que el Japón, recuperado en esos momentos de la depresión
económica que le produjo la guerra contra Rusia de la década anterior, hiciese
su aparición en el campo de batalla al lado de Gran Bretaña. Francia y Rusia.
El problema del aprovisionamiento de
carbón no podía resolverse con la sola presencia del buque carbonero Titania de 2.000
toneladas, que había acompañado a los dos cruceros acorazados hasta Ponapé.
SE
UNE EL CRUCERO NÜRNBERG
El 6 de agosto se unió a los dos
acorazados el crucero Nürnberg. Von Spee puso rumbo hacia la isla de Pagan, en el
archipiélago de las Marianas, tras haber ordenado telegráficamente que se le uniesen todos los buques
mercantes alemanes en navegación por la zona.
La salida de Ponapé, desde donde
prácticamente se inició la singladura bélica de la División naval
alemana del Extremo Oriente, que desde el Pacifico habría debido conducirla
hasta el Atlántico y hacia la patria sembrando la destrucción y el desorden en
las líneas de comunicación marítimas aliadas, fue recordada del siguiente modo
por el capitán de fragata Hans Pochammer, embarcado en el Gneisenau:
«El miércoles 6 de agosto fue el último
día que pasamos en el puerto. Al alba, apareció ante la bocana el Nürnberg. Las
noticias que había recibido en Honolulú le indujeron a venir de inmediato a
Ponapé, en lugar de continuar la ruta hacia Samoa, en donde debía encontramos
según lo programado.
Mientras tanto, los preparativos de guerra proseguían de
suerte que pudiesen estar listos en el mismo día. El almirante de la escuadra
no quiso esperar más y ordenó que las naves zarpasen antes de que llegase la
oscuridad…
Los cruceros acorazados estuvieron muy
ocupados antes de poder abandonar el puerto. Fue sellado un gran paquete postal
que contenía cartas para nuestros allegados con saludos de despedida y nuestros
últimos deseos… Por la tarde, el almirante y sus dos hijos bajaron a
tierra para ir a confesarse con el arzobispo. Muchas personas vinieron desde la
pequeña colonia para expresarnos sus buenos deseos antes de la partida.
El Titania, que tenía que
acompañamos, fue el primer buque en zarpar y lo hizo a las 16:00 horas: esta
nave se había convertido ya en un barco de guerra, había arriado su bandera
comercial de popa para poner la de guerra, y había izado en el árbol de popa el
gallardete de los buques de guerra.
El Scharnhorst y el Gneisenau le
siguieron a las 17:00 horas en disposición de guerra. Era una espléndida tarde
tropical: de nuevo fuimos espectadores de la belleza pura de esta franja de
tierra alemana. Nuestra marcha no fue triste, porque no dejábamos allí
personas queridas.
Ningún hijo podía estrechar la mano del
padre en aquella tierra lejana, ni era otorgada mirada alguna de madre: no nos
entristecía el ánimo el momento terrible de la separación de la propia madre…
Afuera nos acogieron las grandes olas y después cayó la noche.
El servicio nocturno de guerra reclamaba
sus derechos y alejaba cualquier sentimentalismo. Cubrir el fuego a babor,
llamada de la guardia de estribor sobre la cubierta de batería… Éstas eran las
órdenes que resonaban en el buque. Fueron armadas las piezas de artillería y
los reflectores, las luces debían de estar ocultas y muchos ojos espiaban en
la oscuridad.
Nuestra situación era muy seria, sin
víveres garantizados, y nosotros mismos tendríamos que procurarnos todo lo
necesario y sobre todo el carbón. Habíamos dejado Ponapé con las estibas
llenas pero, aun navegando a marcha económica, no se podían hacer más de 4.000
millas. En cuanto al carbón disponible, al principio sólo teníamos 2.000
toneladas: la carga del Titania.
Antes de que el almirante pudiese
decidir el modo en que se debería atacar al enemigo, él tenía que saber con
qué otro abastecimiento de combustible y otras provisiones podía contar,
necesarios para la supervivencia y el desarrollo de la misión.
Por esto, en un primer momento dirigió
la división hacia el oeste, en dirección a la costa del Extremo Oriente, desde
donde podríamos recibir suficientes aprovisionamientos.»
DECIDIENDO EL RUMBO
En Pagan, se unieron a Spee el crucero Emden, que había capturado
al mercante ruso Rjasan, 8 buques y el crucero auxiliar Prinz
Eitel Friedrich.
El 13 de agosto, dos días después de la
llegada a Pagan, se celebró un consejo de Guerra a bordo del Scharnhorst, nave
almirante de Spee, en el transcurso del cual se estableció un plan
operativo que excluía las operaciones corsarias en el Extremo Oriente, al
objeto de no tener que enfrentarse con las allí presentes fuerzas superiores adversarias.
Descartada la hipótesis de una incursión
hacia el oeste, ya que el día anterior había llegado la noticia
de que el Japón había entrado en la guerra, se discutió el plan de poner rumbo, a
través del Pacifico, hacia las costas de América en donde numerosos agentes
germanos, desde San Francisco hasta el estrecho de Magallanes, podrían
organizar aprovisionamientos y auxilios.
Todos los oficiales superiores estuvieron
de acuerdo con el plan del almirante, excepto von Müller, comandante
del Emden, que solicitó el poder actuar libremente por el océano Índico, Spee dio
su consentimiento. El Emden pagaría con creces su confianza al realizar
empresas corsarias extraordinarias antes de ser hundido.
SE UNEN LOS CRUCEROS LEIPZIG Y DRESDEN
Spee puso rumbo hacia el sur-este,
hacia las costas de la América meridional. El 6 de septiembre, el Nürnberg, que
había sido enviado hacia Honolulú y que había cortado el cable telegráfico
submarino que unía Australia con Canadá, se reunió con la división.
Una vez que se hubieron abastecido de
carbón, el Scharnhorst y el Gneisenau bombardearon Papeetc el 26 de septiembre, en
la isla de Tahiti, en donde hundieron el cañonero francés Zélée de 680 toneladas y redujeron al
silencio las baterías costeras.
Los cruceros acorazados llegaron a la
isla de Pascua y allí se les unieron los cruceros ligeros
Leipzig, que había escapado del acoso británico a lo largo de la costa mejicana,
y Dresden. Reforzada así su formación. Spee partió de la isla de Pascua el 19
de octubre. Tras haber tocado Mas a Fuera, en las islas Juan Fernandez, llegó el 30 de octubre
ante las costas chilenas, no muy lejos de Valparaíso.
La división se puso al abrigo en la
costa, en donde pudo abastecerse de carbón de los barcos que la aguardaban en
aquellas aguas. A von Spee le esperaba la noticia de los movimientos navales
británicos con miras a interceptarle y obligarle a dar batalla. El almirante
estaba sereno y, aunque consciente de un destino fatal, también sabía que
podría alcanzar la victoria antes de desaparecer.
LA FLOTA BRITÁNICA BUSCA A LOS ALEMANES
A pesar de que ignorase cuáles eran los
objetivos exactos de las naves alemanas de von Spee, el Almirantazgo
británico había dispuesto una serie de medidas de seguridad entre las que
una parte nada despreciable atañía a la división del contraalmirante sir
Christopher Cradock, que alineaba los dos viejos cruceros acorazados Godd
Hope y Monmouth, el crucero ligero Glasgow y el crucero auxiliar Otranto, este último de un
valor bélico mínimo.
El contraalmirante británico Sir Christopher Cradock
En realidad se trataba de muy poca cosa
para hacer frente a los mejores «cañoneros», tal como eran considerados el
Scharnhorst y el Gneisenau de la marina germana. Teniendo presente también que
a Cradock le había sido enviado como refuerzo el viejo acorazado Canopus que, a pesar de
estar armado con piezas de 305 mm, no tenía velocidad suficiente para ser
utilizado junto a los cruceros.
Se le confió a Cradock, que había dispuesto como
base las islas Falkland (actuales Islas Malvinas), la misión de buscar y
destruir el grupo naval de Spee y, mientras tanto, proteger el tráfico
británico en aguas chilenas.
Cradock, que se había dado cuenta de la
debilidad de su situación de fuerza y de la inseguridad del objetivo, requirió
del Almirantazgo el envío del crucero acorazado Defence, que formaba parte de
la escuadra destinada a la defensa de la zona del Rio de la Plata, destacada en
el Atlántico meridional. Pero el tiempo apremiaba, sobre todo después de la
noticia de la presencia de las naves germanas en aguas chilenas.
El acorazado Canopus llego a las Falkland
el 22 de octubre, pero tuvo que ser reparado sin tardanza por avería en las máquinas. Por
consiguiente, Cradock decidió zarpar con solo el Good Hope a fin de
reunirse con el Monmouth y el Glasgow, que ya habían salido hacia Valparaíso.
El Canopus, una vez finalizadas las reparaciones,
debería doblar el Cabo de Hornos y reunirse después con las otras unidades al
otro lado del Estrecho de Magallanes. Entre tanto, el 27 de octubre, el Almirantazgo inglés
había manifestado su negativa a emplear el Defence en el Pacifico.
UNA ORDEN QUE LLEGÓ TARDE
La tarde del 29 de octubre, el Glasgow,
que se hallaba en el puerto de Coronel, interceptó numerosos mensajes
radiotelegráficos alemanes, señal evidente de que las naves de Spee se
preparaban para marchar. Cradock fue avisado enseguida y decidió dirigirse
rumbo al norte con el Good Hope y el Monmouth, hacía un enfrentamiento que
habría de serle fata.
Mientras tanto, el nuevo primer Lord del
Mar, almirante John Arbuthnot Fisher, recién nombrado, había cambiado los
planes de intervención y había dispuesto que sólo el Glasgow, en misión de
exploración, se dirigiese hacia las naves enemigas.
Mientras que Cradock, antes de efectuar
movimiento alguno, debería esperar al Canopus y sobre todo al Defence,
cuya salida ya había sido autorizada. Pero era demasiado tarde, la orden llegó
cuando la flota británica ya había zarpado.
EL DÍA DE LA GRAN BATALLA
Al alba del 1 de noviembre de 1914 el
almirante von Spee fue informado por un buque alemán de que, la tarde anterior
en el puerto de Coronel, se había observado que el crucero británico Glasgow
se aprestaba a levar anclas. Así pues, el enemigo estaba próximo y de nuevo
había que hacerse a la mar.
El crucero acorazado Scharnhors alemán
EL
ENGAÑO DE LOS ALEMANES
Mientras las demás unidades guardaban
absoluto silencio con sus radios, al Leipzig le fue encomendada la tarea de
emitir continuas e intensas señales radiotelegráficas, con la esperanza de
que el enemigo pensase que sólo se había hecho a la mar un barco germano. Esto
habría influido en la formación táctica británica, lo que permitiría que la
división de Spee efectuase una acción por sorpresa en caso de
enfrentamiento.
Por otra parte, Spee no tenía intención
alguna de entrar en combate en el caso de que los británicos alineasen al
acorazado Canopus que, por muy antiguo que fuese, resultaba un enemigo molesto
para sus cruceros acorazados.
Las comunicaciones del Leipzig fueron
interceptadas y Cradock estaba casi seguro de que tenía que vérselas con una
sola unidad. Así, una vez que el Glasgow se les hubo unido en las primeras horas de la
tarde, dispuso las propias naves para una operación de rastreo.
Mientras tanto, los cruceros alemanes
que se encontraban más cercanos a tierra habían adoptado la siguiente formación: el Schamhorst y el
Gneisenau en línea de fila, y el Leipzig y el Dresden a estribor de las naves
mayores, aunque bastante a popa. Sólo faltaba el Nürnberg, que había ido
en persecución de un pequeño mercante, avistado poco después de haber
levantado anclas del fondeadero.
EL INICIO DEL COMBATE
El Glasgow detectó las naves enemigas a
las 16:26h. Descubrió el humo de proa a estribor y lanzó la señal: «Avistados
cruceros enemigos en ruta entre el sureste y el sur». Ante la imposibilidad
de que el Canopus llegase a tiempo, Cradock decidió presentar
batalla con sólo los 2 cruceros, al objeto de impedir un posible
alejamiento de Spee. Las unidades británicas aumentaron la
velocidad y adoptaron un rumbo de conversión hacia la
línea enemiga.
LA TÁCTICA
Una vez descubierta la formación
británica, también la división germana, que navegaba a una velocidad de 14 nudos,
aumento en seguida su marcha, al tiempo que Spee ordenaba a los cruceros
ligeros, rezagados a popa, que se acercasen a las naves principales.
El acorazado británico Good Hope
La situación táctica se demostró muy
pronto desfavorable para los británicos, quienes además de contar con una
formación menos poderosa, tenían el obstáculo del Otranto y del sol poniente a
sus espaldas. Cradock intuyó la oportunidad de intervenir antes de que el sol
se pusiese y, a las 17:47h, hizo que sus naves se colocaran en
formación y se dirigió hacia el enemigo.
Sin embargo, cuando se dio cuenta que no
era posible adoptar una posición más favorable, debido también a la menor
velocidad de sus barcos, ordenó acercarse rápidamente a los
alemanes y mantener así un rumbo ligeramente convergente.
Se delineó de este modo una situación
táctica con las dos escuadras que se movían en rutas convergentes, pero con el
sol que declinaba por detrás de la línea británica. Spee no podía desear nada
mejor.
En efecto, sus naves, en el momento de abrir
fuego, se confundían con la costa chilena y la bruma del atardecer, al tiempo
que las británicas se perfilaban de forma neta contra el horizonte iluminado
por la puesta del sol. Además, el mar estaba encrespado por un fuerte
viento de tierra que soplaba con fuerza 6 y rompía contra la borda comprometida
de las naves de Cradock, lo que impedía la maniobra de la artillería preparada
de la batería inferior.
LOS ALEMANES ABREN FUEGO
El sol se ocultó a las 17:00 y Spee
ordenó que se abriese fuego a una distancia de 13.800 metros. Las naves británicas
estaban distanciadas entre si unos 400 metros, mientras que la formación alemana
estaba menos agrupada, ya que había 900 metros de separación entre el
Gneisenau, el segundo de la línea, y el Leipzig, y 1.200 metros entre éstos y
el Dresden.
A pesar de las condiciones adversas del
mar, el tiro germano, tal como era de esperar, fue muy exacto: a la tercera salva el
Scharnhorst hizo blanco en el Good Hope en la torreta de proa de 233 mm,
cuya pieza quedó inutilizada durante todo el enfrentamiento. El Gneisenau
disparaba contra el Monmouth y muy pronto consiguió alcanzarlo. En cambio, fue
ineficaz el tiro de los cruceros ligeros alemanes, debido a la excesiva
distancia para sus cañones de 105 mm.
Las naves británicas respondieron al
fuego, a excepción del Otranto, cuyo comandante, al darse cuenta de que estaba
fuera de tiro y que constituía un magnifico blanco, tras haber zigzagueado
durante cierto tiempo, se alejó hacia el oeste.
Al principio, el fuego británico se
demostró como bastante eficaz, en especial por parte del Monmouth, pero los alemanes eran
capaces de mantener una cadencia de tiro netamente superior: el Good Hope lanzaba
una salva cada 50 segundos, mientras que los alemanes, en el mismo tiempo,
lograban enviar dos o tres.
El tiro de los cañones de 210 mm del
Scharnhorst y del Gneisenau, a los que se habían añadido también las piezas de
150, continuó martilleando a los dos cruceros de Cradock, que muy
pronto se encontraron en condiciones muy precarias.
Mapa de la Batalla de Coronel
EL GOOD HOPE ES HUNDIDO
A las 19:40, Spee ordenó que se redujese
la velocidad a 12 nudos y que se acortase la distancia hasta los 9.800
metros: empezó para los alemanes un ejercicio de tiro. Diez minutos después la
distancia fue reducida a los 7.000 metros y el Good Hope fue tocado entre la
segunda y tercera chimenea. Un gigantesco fuego de artificio se elevó hacia el
cielo hasta una altura de unos 30 metros.
Reducida la distancia a 4.500 metros,
los alemanes continuaron su obra de aniquilación cuando, de improviso, el Good Hope, muy
hundido de proa, desapareció entre un aguacero. Spee, ante el
temor de ser torpedeado, rápidamente viró y se alejó.
Probablemente fue en aquel momento
cuando la nave del almirante británico se hundió arrastrando consigo al almirante
Cradock y a sus 920 hombres de tripulación.
EL MONMOUTH ES HUNDIDO
También el Monmouth se encontraba
en sus últimos momentos: dos salvas consecutivas lo habían alcanzado, una en
la torreta de proa, que hizo estallar las reservas de municiones, y la otra en
la coraza, que no pudo resistir.
El crucero británico se inclinó 15° a
babor, al tiempo que disminuía notablemente la velocidad. Sometido casi a
quemarropa al tiro enemigo del Nürnberg, comandado por el capitán del mar Karl von Schönberg a una distancia
de 600 metros.
Los británicos, fieles a la tradición,
prefirieron el hundimiento a la rendición. Un torpedo fue el golpe de gracia:
a las 20:58, también el Monmouth, y con él los 735 hombres de
dotación, zozobraba y se hundía. El Glasgow, que había sido
acosado por el Leipzig y el Dresden, y de los que encajó algunos golpes, logró
escapar gracias a que la oscuridad lo sustrajo a la vista de las naves
enemigas.
LA
FLOTA ALEMANA LOGRA LA VICTORIA
El Scharnhorst y el Gneisenau habían
recibido en total seis impactos y solo tuvieron que lamentar seis heridos. Dos
días después, la victoriosa división germana hizo su entrada triunfal en Valparaíso
y fue objeto de entusiastas manifestaciones por parte de la colonia
alemana. Pero el almirante von Spee, a cuyas naves sólo se les concedió 24
horas para aprovisionarse, no se hacía demasiadas ilusiones. Era consciente
que la respuesta de los británicos no tardaría mucho en llegar.
CONSECUENCIAS
Desde la derrota en la batalla de
Cartagena de Indias de 1741 contra España, la Marina Real
Británica no había sufrido una derrota tan clara y humillante. Sir John Arbuthnot
Fisher, recién nombrado Primer Lord del Almirantazgo, ordenó la inmediata partida
del almirante Sir Frederick Doveton Sturdee (que había
negado los refuerzos solicitados por Cradock) junto al crucero de guerra
Invincible.
Después de la batalla de Coronel, la
flota alemana llegó victorioso a puerto chileno y retrasó su partida. Fueron 18
días de retraso que serían posteriormente fundamentales. Dieron tiempo a que
los británicos prepararan el contraataque. En el paseo de la Bahía de
Coronel, el antiguo gobierno de Chile colocó una placa conmemorativa en honor a
los caídos en el combate.